Cuando pasas por una experiencia fuerte, es inevitable pensar en como vas a mirar en adelante todo lo que te rodea. A fines de 2008 sentí que la vida se me iba de las manos, que había perdido tiempo en rabiar y sufrir por situaciones y personas que no valían la pena y que de paso, me hurtaban energía y ganas de sonreír.

Me pasó, como a muchos otros, que la vida (y mi cuerpo) gritaron “STOP”. De un porrazo me fui directo a la mierda (o a la CSM), perdón por lo sincero, pero es exactamente lo que me pasó. Una enfermedad de las más corrientes (neumonía) se puso cabrona, me mando derecho a una clínica, a una operación, a un susto de los más grandes y a una cuenta de gastos que jamás imaginé.

Aprendí cosas nuevas y reflexioné sobre varias con este episodio, necesito listarlas y quiero compartir algunas porque al final, son las cosas que quedan y ayudan a tomar decisiones mirando al futuro. Quizás, a más de alguien le pueden servir.

  1. Debo reconocer que, a meses de cumplir 38 años, ya no soy el joven de antes y que hasta un resfrío no pasa desapercibido, cada cosa debe ser mirada con respeto, sobretodo cuando se trata de la salud.
  2. Que tengo tres hijos maravillosos que llenan mi vida y que me necesitan para guiarlos en su camino, al menos mientras pueda, mi objetivo en la vida es tratar de que sean mejores personas que yo, debo encontrar la forma de compartir con ellos mis aprendizajes a partir de lo que ellos mismos me enseñan.
  3. Que he perdido demasiado tiempo y energías en tratar de ser “una buena persona” con muchos que no lo merecen, debo concentrarme en proteger mi integridad ante todo.
  4. Soy un ser social, discreto y dispuesto a compartir. No se porque me aleje de muchos de mis amigos, entendí, por fin, que en ellos sembré siempre cariño y que ese cariño me vino de vuelta. Eso me pone muy feliz.
  5. Descubrí un tesoro alucinante, lleno de buenos deseos y de muestras de cariño en una gran cantidad de personas, amigos, conocidos y hasta desconocidos, sin duda esas muestras de amor me ayudaron a sanar completamente.
  6. Vivo en un país donde hay gente que no tiene la posibilidad de salvar su vida. Yo pude, tuve la oportunidad, pude recuperarme bien y ahora, debo pagar por esa oportunidad. Tengo además la suerte de que amigos que me están ayudando. La pregunta obligada para mi es ¿qué pasa entonces con las personas que no tienen la misma suerte? Algo anda mal, la salud en Chile no es amiga de las personas, a menos que pagues por ello y lamentablemente, depende de la suerte de cada uno.
  7. Las diferencias en la salud son simples, para el sector privado (clínicas y doctores de precios excesivos) la prioridad es el dolor, quitarlo y hacer que te sientas mejor. En el sector publico (hospitales y consultorios), sinceramente no veo que la prioridad sea hacerte sentir mejor o cuidarte, te tratan como si estuvieran haciéndote un favor, ¿entonces, cuál es la prioridad? ¿llenar planillas y hacer gráficos?
  8. Es totalmente necesario promover un cambio de mirada respecto de los derechos de los pacientes y el rol del sistema de salud público. No puede ser que sigamos conociendo impunemente noticias que hablan de personas que no son atendidas o que mueren por irresponsabilidad médica. No puede ser que se utilicen materiales sin esterilizar, que no te den aviso de un resultado de un examen. No puede ser, es una obligación denunciar estas situaciones. Ojala que de una vez, la autoridad tome medidas al respecto y podamos pensar en una salud digna y un trato de personas para personas.
  9. En lo personal, no voy a permitir que me vuelva a pasar un imprevisto de salud como este, seguro vendrán otros, pero claramente es algo que tendré que mantener bajo control vía “la salud de los seguros y planes catastróficos”. En todo caso, sigo pensando porque llevo 11 años trabajando a honorarios y sin contrato, en una oficina pública de nueve a seis (ese es otro tema).
  10. No se si debo dar las gracias a mi padre o a la dictadura, pero como resultado de la detención y tortura de mi padre, soy beneficiario del sistema PRAIS, un programa de salud publica que otorga gratuidad de atención de salud en el sistema público, ni siquiera eso me sirvió para poder ser atendido cuando lo necesite. El PRAIS es un beneficio del que pocos conocen, incluso los mismos funcionarios de hospitales y consultorios (¿otra tarea pendiente no?)

Luego de mi paso por la CSM terminé replanteando y entendiendo mejor cual es mi postura respecto a esto puntos, no solo por mi, sino pensando en la vulnerabilidad a la que muchos jóvenes -y otros no tanto- estamos expuestos porque pensamos que “nunca nos va a pasar nada”, error; las cosas pasan y pueden costar caro.

Varios amigos están ayudándome a salir de mi propia CSM organizando un evento para recaudar fondos, es lamentable, pero a veces es la única manera de poder hacerse cargo de una deuda tan grande. Organizar esto ha sido todo un desafío y una demostración de para que sirven (realmente) las redes sociales, todo el mundillo 2.0 del que cuentan los medios volcado a causas de personas para personas, muy lindo, muy emocionante.

Irse a la CSM (puede ser alusión a un garabato o palabrota digna para cualquiera que quieras que se pierda en el mundo) o bien indicar el paso obligado y no programado por una clínica privada (en este caso Clínica Santa María).

Yo no pretendo mandar a nadie a la CSM, creo que al final nadie se lo merece (quizás un par de excepciones). Solo dejo una cosa clara, cualquiera se puede ir a la CSM y si alguno de ustedes le toca, cuente conmigo para ayudarlo a salir.